Empiezan
Orisson y
Gonzalo, y yo sigo.
Hasta donde alcanza mi memoria siempre ha habido algún sacerdote católico que ha jugado un papel fundamental en cada etapa de mi vida. Sin ánimo de ser exhaustivo recuerdo a:
-
D. Arturo. Nos daba la asignatura de religión en 1º de EGB, un tío gracioso como pocos de quien adorábamos sus clases y fue el que escuchó mi Primera Confesión.
-
D. Florentino. Me dio la Primera Comunión.
-
D. José. Mi confesor en la niñez. Era extraordinario. La primera persona muerta que vi en mi vida.
-
D. Primitivo. Nos encendía el pelo con sus homilías tremendamente motivadoras.
-
D. Francisco. La paciencia hecha cura.
-
D. Javier. Forofo de la literatura y la milicia, anglófilo impenitente y de Valladolid. Casi me convence haciendo dúo con mi padre para que estudiara Derecho. Me arrepiento de no haber hecho caso a ninguno de los dos. Me recomendó el primer libro que leí sobre el carlismo ("En la primera de Navarra" de Nagore Yárnoz, imprescindible).
-
D. Julio. Medio hereje. Gracias a él mi padre me enseño por la vía de los hechos a tener respeto a TODOS los curas. Mi abuelo pasaba por su despacho todos los días después de la Misa matutina a tirarle el ejemplar de "El País" a la basura. Sin embargo empezaba las homilías explicando el marco histórico-geográfico del Evangelio del día y eso me encantaba.
-
D. José Luis. Una vez me ayudó a escamotear unas "pellas".
-
D. José María. El que nos casó. Bueno, casi se casa él con mi mujer, por suerte conseguí pararle cuando ya iba por el "Yo, Jose María te tomo a ti....". Las bodas le ponían muy nervioso. El sentido del humor en estado puro.
-
Fr. Stephan. Ucraniano y socarrón: "Oh my God! you now look like an affluent wanker, I mean.... Banker".
-
Fr. Lawrence. Más inglés que el té de las cinco.
-
Fr. John. Lo que me tuvo que soportar.
-
Fr. Gerry. Poca gente canta como este hombre.
-
Fr. Dick. Escocés. Lo sabía todo de Santo Tomás Moro. Le descubrí una canción de Simon & Garfunkel que, para su enorme sorpresa (y la mía), él no conocía.
-
Fr. Thwaites, SJ. Un santo andante.
-
D. José. El pastor que conoce, literalmente, a cada una de sus ovejas. Y no son pocas.
-
D. Laureano. Nos enseñó como los sindicalistas de izquierdas sacan eslóganes de la "Rerum Novarum".¡Se la saben mejor que vosotros!, nos decía.
-
D.Demetrio. Bajo un aspecto de cierta fragilidad esconde un espíritu arrollador.
-
D. Honorio. Gallego, siempre sorprendente en todo, ofreciendo inusitadas perspectivas sobre casi cualquier cosa. Lector de este blog.
-
P. Raul. Casi saltan las lágrimas en la Consagración.
-
D. José B. Transmite como nadie el amor por la Eucaristía y por Cristo Crucificado. Otro forofo de la literatura y con un don natural para hacer sencillas las cosas más complejas (en apariencia o en realidad, casi siempre lo primero).
Estos son los que se me vienen inmediatamente a la cabeza y con los que he tenido trato frecuente. Hay muchos otros, por ejemplo antiguos compañeros de colegio o profesores que se ordenaron, u otros que he conocido por razón de nuestra común actividad en internet, pero tampoco es cuestión de atosigar. Solamente quiero mostrar que, como la mayoría de los católicos, he conocido a unos cuantos.
Pues bien,
NINGUNO de todos los sacerdotes que he conocido a lo largo de mi vida, desde mi niñez hasta la actualidad, y con los cuales he tenido amplias conversaciones tanto en público como en privado, tanto en confesionarios como paseando por la calle, en sus despachos o en mi misma casa,
JAMAS se ha dirigido a mi, ni me ha tratado de forma que pudiese considerarse ni siquiera como minimamente indecorosa.
NUNCA.
Puede haber habido sacerdotes con los que no haya tenido una relación amistosa por razón de, por ejemplo, caracteres poco afines (suyo y/o mío), o bien por sostener puntos de vista diferentes sobre cuestiones tanto accesorias como fundamentales. Es esto cuestión lógica y normal en las relaciones humanas. Pero
NUNCA, repito, he conocido a un sacerdote que me haya tratado o intentado tratar indignamente.
Antes al contrario, si resultare que a pesar de todo el que suscribe alcanzase la gloria de la salvación, los arriba mencionados podrían muy justamente reclamar la comisión apropiada por este alma en la ventanilla celestial correspondiente.