He ido a visitar a uno de mis ahijados pues hace poco fue su santo. Con su padre he hablado de esto y aquello, y me ha enseñado algunos de sus libros.
El más interesante, el de la foto: las obras completas de Jacinto Verdaguer publicado, en catalán naturalmente, durante los primeros 40 del pasado siglo. Cuando la lengua catalana estaba proscrita y esas cosas.
He disfrutado mucho teniéndolo en mis manos y echando un vistacillo, incluso leyendo alguna cosa que entendía mal. Resultaba fascinante lo bien encuadernado que estaba el volumen (soy un obseso de esto, ya sabéis). Se podía abrir por cualquier página, del principio, del final, de la mitad, cualquiera, y el libro se desplegaba perfectamente abierto sin esfuerzo ni tensión. Supongo yo que los medios técnicos hoy en día son infinitamente más avanzados que hace 70 años y, sin embargo, pocos libros he tenido en mis manos con una encuadernación tan perfecta y bien conservada.
En fin, mi amigo me ha dicho que la obra se la regaló su abuela.
- ¿Sabes lo que me dijo mi abuela cuando me lo entregó?
- No, ¿qué te dijo?
- ¡Sálvalo!.